Bienvenida la paz

La firma del acuerdo final entre el Gobierno Nacional y las FARC es una excelente noticia para el país. Si bien con este acuerdo no se van a resolver todos los conflictos y problemas que nos agobian, si van a contribuir de manera fundamental a mejorar la seguridad y las condiciones de vida de los colombianos, en especial de los que habitan en sus zonas rurales. La desaparición de las FARC como grupo armado, y su tránsito a organización política desarmada, conllevará la disminución de la violencia y de la inseguridad en los campos, como ya se ha visto desde que comenzaron las negociaciones y, principalmente, desde que decretaron el cese al fuego unilateral.

 

Como lo dijo el jefe negociador por el Gobierno, Humberto de la Calle, este es el mejor acuerdo que se podía lograr. Puede haber uno que otro aspecto que nos nos guste, o que preferiríamos que fuera diferente, pero en términos generales es un muy buen acuerdo, negociado con seriedad y dedicación por un equipo de gran calidad, encabezado por un colombiano con una excelente reputación, reconocido por su dedicación, ponderación y compromiso con los intereses nacionales. Por esta razón la gran mayoría de los colombianos lo apoyamos, así como los gobiernos de países tan disímiles como Estados Unidos, Cuba, Noruega, los de la Unión Europea, Venezuela, Chile, México, etc.

 

Con la firma del acuerdo no termina el proceso. Se vienen grandes retos para el país. El primero de ellos es que los colombianos lo refrendemos en el plebiscito. Es indispensable que el voto por el Si gane por amplio margen en las votaciones del 2 de octubre. Por eso llamamos a todos nuestros amigos a hacer campaña a favor de los acuerdos. Esta no es una campaña de política partidista – tema en el que la Corporación no se mete – sino una campaña por la paz, por la continuación del proceso, por el final de la guerra, por la desaparición de las FARC como grupo armado. No es una votación entre los que apoyan al gobierno y los que apoyan a la oposición, sino entre los que preferimos una paz imperfecta a una guerra eterna. Y una campaña que interesa de manera especial a los habitantes rurales, los más afectados por el conflicto y los que más van a ganar con su terminación.

 

El segundo gran reto, en el que tendremos que participar todos los colombianos, es en la implementación de los acuerdos, en la construcción de la paz desde los territorios, en la consecución de un país más equitativo, más inclusivo, más próspero, más seguro, más sostenible, más amable para todos los colombianos. La firma del acuerdo y su refrendación son fundamentales, pero son solo el comienzo. Si en los diferentes territorios colombianos sus moradores no encuentran oportunidades económicas, no cuentan con salud y educación, no disponen de infraestructura y servicios públicos, no encuentran un Estado más cercano que construye sus políticas y programas basado en la participación y el diálogo, la paz será efímera. 

 

La firma del acuerdo ha abierto una gran oportunidad para todos los colombianos. Que la aprovechemos y hagamos de Colombia un país desarrollado, civilizado, equitativo y justo depende de todos nosotros.