Del trabajo de la Corporación PBA y del estudio de las experiencias nacionales e internacionales de los procesos de desarrollo de las comunidades rurales se desprenden numerosas enseñanzas, que son de vital importancia para la definición de una estrategia adecuada de acompañamiento a dichos procesos. Algunas de ellas se esbozan a continuación.
Las teorías de desarrollo comunitario señalan cada vez más que el énfasis debe ponerse en el proceso, y no tanto en los ‘resultados’ que se obtengan.1. Integralidad de los procesos
Los procesos de desarrollo sostenible de las comunidades rurales son procesos complejos, en los que intervienen e influyen múltiples factores biológicos, sociales, culturales y económicos. Estos factores son interdependientes, por lo que el acompañamiento a los mencionados procesos requiere una estrategia integral, que combine diferentes visiones, disciplinas y líneas temáticas. Estos procesos tienen, cuando menos, aspectos, o componentes, que se relacionan con:
- la cohesión social de las comunidades y el fortalecimiento de sus formas organizativas,
- la apropiación de las comunidades de sus programas, proyectos y negocios y la conformación de equipos de personas que lideren participativamente estos procesos en sus diferentes ámbitos,
-el mejoramiento de las actividades generadoras de ingresos de las comunidades rurales –productivas o de servicios– y
- el desarrollo de hábitos y de emprendimientos empresariales que les permitan un manejo eficiente de sus actividades productivas y de servicios.
El éxito de un proceso de desarrollo comunitario depende de que todos estos aspectos avancen armónicamente y se apoyen mutuamente. El fracaso de buena parte de los programas y proyectos que pretenden apoyar el desarrollo de las comunidades rurales se ha originado en que concentran sus esfuerzos y acciones en uno solo, o máximo en dos, de ellos. Los programas de generación de ingresos, por ejemplo, normalmente trabajan los dos últimos tópicos mencionados, y muchas veces fracasan por los conflictos internos en las comunidades, o por la destrucción, la burocratización o la corrupción de las organizaciones comunitarias, o por la falta de interés y de apropiación de los miembros de la comunidad de las iniciativas y emprendimientos fomentados. La historia de los emprendimientos empresariales de comunidades rurales muestra más fracasos que éxitos, ocasionados en buena medida por la falta de metodologías de fortalecimiento organizativo y de empoderamiento que dan al traste con los esfuerzos y recursos invertidos. Para que el proceso sea exitoso y sostenible, los equipos de acompañamiento deben atender los diferentes componentes mencionados y contar con metodologías apropiadas para cada uno de ellos. Si bien es cierto que existen numerosas metodologías de investigación participativa, asistencia técnica y mejoramiento productivo, así como de desarrollo empresarial de los pequeños productores, que tienen mayores o menores limitaciones, también los es que las metodologías de fortalecimiento organizativo y empoderamiento son bastante más escasas, a pesar de su trascendental importancia. El desarrollo, la sistematización y la aplicación de metodologías en los cuatro componentes mencionados, que sean coherentes entre sí y se refuercen mutuamente, formando una estrategia única, flexible e integral de acompañamiento, es fundamental para que los procesos de desarrollo socioeconómico de las comunidades rurales sean exitosos y sostenibles. Ellos están debidamente incorporados en la estrategia de acompañamiento de la Corporación PBA, denominada Innovación Participativa Rural.
2. Énfasis en los procesos
Las teorías de desarrollo comunitario señalan cada vez más que el énfasis debe ponerse en el proceso, y no tanto en los ‘resultados’ que se obtengan. Esto quiere decir que es más importante la manera como se adelantan los procesos, el aprendizaje que en ellos se genera, las capacidades que se construyen o fortalecen, que el cumplimiento mecánico de unas metas predeterminadas. Además, hay que destacar que el trabajo por resultados puede ser inmediatista (alcanzado un resultado, puede dejarse el trabajo), mientras que el desarrollo rural por procesos tiene miras más altas y exige mucho más tiempo y, sobre todo, mayor participación de las comunidades rurales como líderes de su desarrollo, y no como beneficiarios de proyectos. Diversos trabajos muestran cómo, durante muchos años, se puso el énfasis en cumplir las metas de las matrices de marco lógico, o de los planes operativos anuales (POA), y se ejecutaron numerosos proyectos y programas que cumplieron a cabalidad dichas metas, pero que no dejaron un proceso sostenible en las comunidades. A la vuelta de unos pocos años no quedaba nada de todos los esfuerzos y recursos invertidos. En contraposición a esta tendencia se comenzó a pensar más en el acompañamiento a los procesos haciendo énfasis en los aprendizajes obtenidos y en las capacidades construidas en las comunidades. Sin lugar a dudas, este enfoque por procesos puede implicar mayor lentitud en obtener unos determinados ‘resultados’, puede requerir a veces que se hagan altos en el camino y que se regrese a puntos o estadios anteriores cuando el proceso así lo aconseja, pero tiene la ventaja de que se construyen sólidos procesos de desarrollo que tienden a volverse auto-gestionados, procesos que se basan en la creación de capacidades en las comunidades y en la apropiación de los conocimientos y de las experiencias generadas. Lo anterior no quiere decir que nos olvidemos de los resultados parciales de los procesos de desarrollo de las comunidades rurales –y de los proyectos que los apoyan–, sino que les otorguemos su verdadera importancia como señales relativas de avance, y no sacrifiquemos en el altar de las metas y los resultados el desarrollo y la evolución del proceso en su conjunto. Es decir, que por concentrarnos en cuidar las ramas no perdamos de vista el bosque.
3. Empoderamiento
El acompañamiento a las comunidades rurales en sus procesos de desarrollo debe promover el fuerte empoderamiento de cada una de las personas que participan en los procesos y evitar a toda costa las actitudes paternalistas, que suplantan los esfuerzos propios de las comunidades por lograr su desarrollo y generan actitudes pasivas o mendicantes en sus miembros. Estas actitudes paternalistas van desde hacer las cosas por las comunidades –en lugar de propiciar que las hagan ellas mismas– hasta tomar las decisiones por ellas, con el argumento de que pueden equivocarse. Propiciar que las comunidades ejecuten sus proyectos, iniciativas y programas, que manejen autónomamente sus negocios, que tomen sus propias decisiones –aunque se equivoquen– y que sean responsables por ellas, es la mejor manera de crear capacidades y autoconfianza en sus miembros para que puedan andar sin ‘muletas’ en sus procesos de desarrollo. Las actitudes paternalistas pueden ser efectivas cuando de cumplir unas determinadas metas se trata, pero son perversas para el proceso de desarrollo en el mediano y el largo plazos. Si la entidad de acompañamiento hace las actividades por las comunidades, probablemente consiga mostrar unos resultados predeterminados (aumentar la producción o las ventas, elaborar unos planes de negocios u otros documentos, establecer unos experimentos, etc.), pero vuelve a las comunidades dependientes de su labor y de su presencia, y no deja capacidades en ellas para que puedan comenzar a recorrer su largo y complejo camino de desarrollo con base en sus propios esfuerzos, conocimientos y recursos. Más aún, esa actitud impide que cualquier emprendimiento o proyecto adelantado con las comunidades rurales sea sostenible y les represente beneficios o bienestar a las generaciones futuras. De manera que el acompañamiento debe propender, en todas sus actividades –técnicas, organizativas, empresariales, etc.– por crear capacidades en las organizaciones para que ellas puedan tomar en sus manos sus procesos de desarrollo, única vía posible para que esos procesos tengan éxito. Para ello, debe propiciar la recuperación de la confianza en los miembros de las comunidades, el desarrollo de aptitudes y habilidades individuales en sus integrantes, la adquisición de conocimientos en las diferentes áreas del saber y el fortalecimiento de valores de solidaridad, trabajo en equipo y búsqueda del bien común. La estrategia de empoderamiento debe tender, asimismo, a crear liderazgos colectivos, o equipos de liderazgo –y nunca concentrar el trabajo en un solo líder–, que atiendan las diversas áreas de desarrollo de las organizaciones acompañadas e, incluso, otros aspectos del desarrollo de las localidades y regiones donde actúan. De esta manera los equipos gerenciales de las organizaciones se convertirán en gerentes sociales, con capacidad de multiplicar o replicar su experiencia, y no sólo se ocuparán del desarrollo y el bienestar de su organización y su negocio, sino que propenderán por el mejoramiento del entorno económico, social, cultural y ambiental de la región en la que habitan. La estrategia del empoderamiento que caracteriza el enfoque de acompañamiento de la Corporación PBA en todos sus procesos incluye un elemento de fundamental importancia para los mismos, que no es común en este tipo de estrategias: buscamos, también, recuperar y preservar conocimientos tradicionales entre las comunidades rurales, pues estamos convencidos de que, de esa manera, preservamos también la diversidad biológica y cultural de sus pueblos. Valoramos y estimulamos la cultura de las comunidades rurales con las que interactuamos, al tiempo que tratamos de modernizar sus formas de trabajo. Estimulamos, asimismo, el intercambio de experiencias entre diferentes comunidades rurales, de diferentes culturas y pueblos, porque sabemos que esa práctica nos hermana y nos enriquece a todos. La estrategia de empoderamiento que la Corporación PBA adelanta con las comunidades rurales no se limita a un proyecto y, por supuesto, no se reduce a la obtención de un resultado: hace parte, como ya lo hemos dicho, de un proceso de mayor envergadura. Concebimos el desarrollo rural como algo dinámico, en el que los principales protagonistas son las comunidades rurales. Las entidades de acompañamiento somos, apenas, facilitadores de los procesos y co-gestores de proyectos y de recursos que apoyen tales procesos.