Reportaje rural: heredando a nuestros hijos un futuro mejor

Hace algunos años hablar de asociatividad en nuestro medio era un tema en el que pocos creían, en razón a que por experiencias anteriores, donde la falta de confianza por parte de algunos y el abuso de ella por parte de otros, hacían que dichos intentos por organizarse condujeran al fracaso. Estos hechos, sumados a la tradición paternalista de toda la vida que acostumbró a los ciudadanos a que todo debe llegar regalado por cuenta del Estado, hicieron difícil el inicio de un verdadero trabajo asociativo.

Sin embargo, movidos por la necesidad de buscar alternativas para el sector agrícola y con un trabajo de sensibilización de casi un año, se logra a finales del 2006 conformar Agrosolidaria Seccional Tipacoque.  Inició con 20 asociados del grupo de microcrédito en un tema en el que muchos temían volver a ser asaltados en su buena fe, pues debían aportar dinero ($100.000) cada uno y depositar toda su  confianza en quienes iban a manejar esos recursos; en el proceso lograron romper la cadena de continuos fracasos y desconfianza. Empezaron haciendo créditos pequeños que iban inicialmente desde trescientos mil pesos (300.000) durante meses, luego quinientos mil (500.000), después setecientos mil (700.000) y en la actualidad el monto de crédito va en un millón de pesos (1.000.000) por término de un año; de acuerdo al buen comportamiento crediticio del asociado.  Se trabajan línea de crédito para producción agrícola y libre inversión. “Gracias a que estamos organizados, logramos que entidades externas nos hagan aportes de tipo económico y otras nos prestaran algunos recursos en equivalencia a lo que hemos reunido entre todos” afirma Ana Delma Pérez, tesorera de la asociación y miembro del Comité Administrador del Fondo de Microcrédito.

Al tiempo que nacía el grupo de microcrédito, se daban pasos en organizar otros grupos asociativos para la producción de frijol, tomate y pimentón.  “Es así como logramos acceder al proyecto de fríjol con la Corporación PBA, donde reconocimos el valor del crecimiento como personas y como asociación,  manejo de nuevas alternativas de producción limpia a través de las capacitaciones y también logramos entender que somos capaces de manejar recursos nosotros mismos”, dice Ana Delma.

El proyecto que desarrollaron con el apoyo de la Corporación PBA es la bandera con la que la organización ha demostrado que se puede trabajar, unidos, en busca de un beneficio común, y que aportó en el fortalecimiento de la identidad como organización.  “En la actualidad podemos decir que a pesar de las dificultades, muchos de nuestros compañeros han visto el beneficio de estar asociados y como sabemos que el proyecto terminará muy pronto nos queda la tarea de sostener en el tiempo lo que se logró con él y por otra parte hacer las gestiones necesarias para conseguir otros proyectos para ejecutar.” manifiesta Layne Eslava Pérez, Representante Legal de la seccional.

Para hablar de beneficios conseguidos en el desarrollo del proyecto se deben anotar aspectos logrados en la parte social y organizacional que permiten el empoderamiento de los procesos por parte de los asociados.  De igual manera, se logró que algunos de nuestros compañeros participaran de intercambios de experiencias en los que se pudo evidenciar que en otras partes del país, quienes han trabajado asociados desde hace algún tiempo, han logrado cosas importantes y esto motiva a quienes hasta ahora estamos iniciando para no desfallecer en el camino.  Por otra parte, también es importante la participación de otros asociados en procesos de formulación de planes de negocios y comunicación rural, del cual se verán resultados en el futuro.

Hoy, gracias a al apoyo externo que se ha logrado conseguir, los asociados saben que no solo se debe depender de las pocas o escasas cosas que pueda ofrecer el Estado (en este caso el municipio), sino que existen y se deben buscar otros mecanismos que permitan de alguna manera mejorar el nivel de vida de cada uno de los interesados; mientras haya cada día más gente consciente de que la unión hace la fuerza, podremos ir construyendo tejido social organizado, que es lo que al mismo Estado finalmente no le conviene.

Para terminar, nos queda la alegría inmensa de saber que nuestra organización poco a poco se ido convirtiendo en un modelo local, al que se han ido sumando personas que entendieron que el trabajo en equipo está por encima de los caóticos esfuerzos individuales y que a través de la agremiación de la cual somos parte, estamos heredando a nuestros hijos la posibilidad de un futuro mejor.

 

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Por Luis José Pita

Comunicador Rural, Agrosolidaria, Seccional Tipacoque (Tipacoque, Boyacá)